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La newsletter de la Universidad de Navarra y el COI dedicada a la salud
Arraigada en las tradiciones culinarias de países como España, Italia y Grecia, la dieta mediterránea hace hincapié en alimentos integrales como frutas, verduras, legumbres, pescado y frutos secos, con el aceite de oliva como principal fuente de grasa. Es ampliamente reconocida por sus beneficios para la salud, en particular para reducir la inflamación y disminuir el riesgo de enfermedades crónicas como afecciones cardiovasculares y trastornos metabólicos. Sin embargo, aunque muchas de sus ventajas están bien establecidas, a menudo se pasa por alto su papel potencial en enfermedades crónicas como la fragilidad y el dolor crónico.
Un estudio reciente examinó la relación entre la adherencia a la dieta mediterránea y la fragilidad en adultos mayores utilizando datos de la cohorte NHANES. La fragilidad, un síndrome que aumenta la vulnerabilidad a los factores estresantes y a los resultados adversos para la salud, se evaluó en función de la fuerza, los niveles de actividad, el agotamiento, la velocidad al caminar y la pérdida de peso. Los resultados mostraron que los participantes que seguían de cerca la dieta mediterránea tenían un riesgo significativamente menor de fragilidad, hasta un 48 % menor que aquellos con una mala adherencia. Estos hallazgos sugieren que la dieta mediterránea podría desempeñar un papel fundamental en la prevención de la fragilidad y la promoción del envejecimiento saludable.
Un segundo estudio publicado esta semana, una revisión sistemática, explora el papel de los patrones dietéticos saludables, en particular los antiinflamatorios como la dieta mediterránea, en el tratamiento del dolor crónico, una afección que persiste en el tiempo y afecta significativamente a la vida diaria. Al revisar 28 estudios, los investigadores identificaron tres atributos clave de las dietas beneficiosas para los pacientes con dolor crónico: densidad de nutrientes, propiedades antiinflamatorias y efectos antioxidantes. Estas características se asociaron con una reducción de la intensidad del dolor, una mejora de la función física y un aumento del bienestar general. Los hallazgos refuerzan la idea de que la dieta mediterránea también puede servir como un enfoque natural y no farmacológico para el manejo del dolor, ofreciendo una estrategia holística para mejorar la calidad de vida en personas con dolor crónico.
En conjunto, estos estudios nos recuerdan que la nutrición no se trata solo de alimentos, sino que es una herramienta poderosa para controlar las afecciones de salud y mejorar el bienestar.